Rumbo a un nuevo siglo… Aprende en Casa III Primaria

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En la asignatura de Historia de quinto de primaria, se verá el tema: “Rumbo a un nuevo siglo…”, con el que podrás ubicar la duración del Porfiriato y la Revolución Mexicana aplicando los términos año, década y siglo, y localiza las zonas de influencia de los caudillos revolucionarios.

Aprenderás la ubicación temporal y espacial de los principales acontecimientos durante el Porfiriato y la Revolución Mexicana. 

El día de hoy iniciaremos los temas del Bloque III de nuestro libro de Historia de 5º grado de primaria, te pido que tengas a la mano tu libro. 

¿Qué hacemos? 

Para iniciar nuestra clase vamos a ubicar el Porfiriato y la Revolución Mexicana, en el tiempo y en el espacio, llegó la hora de hablar sobre un hombre muy importante de este periodo, Porfirio Díaz. 

Porfirio Díaz fue un presidente de México, un militar que desde joven apoyó la causa liberal. En la Revolución de Ayutla, contra la dictadura de Santa Anna, estaba asociado con la facción liberal radical, es decir con los juaristas. Durante la Intervención Francesa destacó en los campos de batalla y llegó a ser general de división, comandó al ejército que derrotó a las fuerzas del mariscal Bazaine en la batalla del 2 de abril en Puebla, esa batalla marcó el derrumbe del Segundo Imperio e Intervención Francesa. De ahí, que a Porfirio Díaz se le conociera como el “héroe del 2 de abril”. Por sus méritos militares y su militancia en el Partido Liberal desde 1867 comenzó su lucha por conseguir la presidencia de la República. Fue a finales de 1876 cuando, por primera vez, se convirtió en presidente México, aunque sólo fue interino, y ya en 1877 se convirtió por primera vez en presidente constitucional de la República. Este cargo lo tuvo hasta 1880, pero luego volvió a ocupar la silla presidencial de manera ininterrumpida, entre 1884 a 1911. 

Durante el Porfiriato sucedieron una serie de hechos importantes y hubo cambios muy profundos. Fue una época en la que, a pesar del desarrollo económico, llegó a existir tanta inconformidad que en 1910 se desencadenó una revolución, y fue justamente la Revolución Mexicana el proceso que logró derrumbar al Porfiriato, régimen que para ese entonces daba muestras de decadencia en los aspectos políticos y sociales. 

El Porfiriato se define por estos límites temporales: inicia en 1876 con la llegada de Díaz al poder y concluye en 1911 cuando este personaje renunció a la presidencia y abandonó el país para nunca más volver.

Te invito a ver la línea del tiempo que se encuentra en las páginas 78 y 79 de tu libro de texto.

Como puedes observar, esta línea comprende de 1875 a 1920, y en ella se enmarcan varias etapas: empieza con el primer gobierno constitucional de Porfirio Díaz, de 1877 a 1880; le sigue la administración del presidente Manuel González, 1880-1884; después, en color verde se indica la dictadura de Porfirio Díaz, entre 1884 y 1911 y, por último, la etapa de la Revolución Mexicana que va de 1910 a 1920, periodo en el que destacan personajes como Francisco I. Madero, Emiliano Zapata, Francisco Villa y Venustiano Carranza. También en esta época sobresale la promulgación de una nueva Constitución en 1917, que planteó soluciones a muchos de los problemas del país. Ese fue el gran triunfo de la Revolución Mexicana

La línea del tiempo inicia con la Rebelión de Tuxtepec en 1876; Porfirio Díaz desde 1867 participó en las elecciones presidenciales, así como en las de 1871, perdiendo en ambas, como vimos en clases pasadas triunfó Benito Juárez. Cabe señalar que tras la derrota de 1871, Díaz se rebeló y lanzó el Plan de la Noria bajo el lema de “Constitución de 57 y libertad electoral” exigiendo menos gobierno, mayor libertad y aplicación estricta de la Constitución de 1857. El Plan de Tuxtepec lo lanzó en enero de 1876, para rebelarse en contra de las aspiraciones reeleccionistas del presidente Sebastián Lerdo de Tejada, que sucedió a Benito Juárez desde 1872, y al cual acusaba de haber violado la Constitución de 1857. El movimiento armado al mando de Porfirio Díaz salió victorioso, en parte por su campaña militar, pero también por el enfrentamiento entre Sebastián Lerdo de Tejada y José María Iglesias, el cual también desconoció a Lerdo como presidente. Fue así como Díaz pudo llegar a ser presidente de la República. 

Esa rebelión fue contra una reelección, quién diría en ese momento, que una vez en el poder Porfirio Díaz se reelegiría una y otra vez. Esas son las contradicciones que podemos encontrar en los procesos históricos. Porfirio Díaz en su rebelión estuvo apoyado por liberales radicales y por antiguos conservadores partidarios de Maximiliano. Ya siendo presidente, con el objetivo de pacificar en lo político al país, concilió con distintos grupos políticos y de esta forma poder atender y solucionar problemas económicos, marcados por la inestabilidad financiera, fiscal y la persistencia del endeudamiento externo, así como los problemas sociales y culturales. Esa fue su principal tarea durante su primer mandato. 

Al terminar este periodo, en 1880, le tocó al general Manuel González gobernar un país con grandes retos y marcadas desigualdades sociales. 

Recuerda que durante todo el siglo XIX, México enfrentó graves problemas económicos, intervenciones extranjeras y muchas dificultades para establecer y mantener una forma de gobierno, el panorama era muy complicado, Díaz regresó a la presidencia en 1884, y en 1887 el Congreso modificó la Ley para que pudiera reelegirse, primero por una vez, y en 1890 nuevamente la Ley se modificó para que no hubiera restricciones en las siguientes reelecciones. Resulta paradójico, pues años antes logró llegar a la presidencia gracias a una lucha antirreeleccionista. Porfirio Díaz se distinguió como un político muy hábil capaz de negociar y conciliar con las distintas facciones políticas, para gobernar aplicó el lema de “Poca política y mucha administración”. Esto significa que Díaz conformó una estrategia en la que controlaba las lealtades que le ofrecían las autoridades locales y regionales, esto con el fin de que no se dieran conflictos políticos que desestabilizaran a sus estados y repercutieran en el país. 

La característica principal de los cambios económicos y sociales del Porfiriato es la modernización. Se construyeron ferrocarriles y puertos nuevos, se introdujeron nuevas tecnologías en algunas empresas y todo eso acentuaba la imagen de un país en desarrollo. La meta era alcanzar el progreso y unirse al ideal de la modernidad. 

Una de las ventajas de la construcción del ferrocarril era que redujo el tiempo de traslado entre un lugar y otro, tanto para las personas como para los productos y bienes de consumo. Ahí se puede notar cierto progreso, el desarrollo material del Porfiriato es un hecho que se reflejó también en la construcción de grandes obras de infraestructura urbana, como el Gran Canal del Desagüe de la Ciudad de México o la construcción de hospitales, escuelas y palacios que albergaban algunas Secretarías de Estado, estos últimos aún los podemos apreciar en el centro Histórico de la Ciudad de México. 

Fue un gran momento de desarrollo económico para nuestro país, pero también fue una etapa de gran desigualdad social, es decir, el desarrollo económico no benefició a todas las personas y mientras unos tenían mucho otros no eran dueños ni de sus vidas. 

Por ejemplo, en las haciendas que estaban distribuidas en diversas partes de la República, pero principalmente en las del sureste del país que requerían mano de obra barata para la agricultura de exportación, los campesinos sin tierra trabajaban como peones completamente subordinados a las exigencias de los hacendados y los capataces, sin ningún derecho ni oportunidad para prosperar. 

En las fábricas, las y los obreros corrían con la misma suerte que los campesinos porque no tenían ningún derecho laboral; las jornadas eran extenuantes y los salarios muy bajos, además, en las minas del norte del país y en los ferrocarriles había preferencia por el trabajador norteamericano, para ellos había mejores salarios. 

De hecho, las y los obreros levantaron la voz para denunciar las condiciones en que se encontraban. La huelga de Cananea, en Sonora, en 1906 y la rebelión de Río Blanco, en Veracruz, en 1907, son muestras de ello. La represión del gobierno se impuso sobre estos movimientos, pero fueron precursores de la Revolución Mexicana. 

A finales del siglo XIX y comienzos del XX, Díaz gozaba de prestigio internacional como buen gobernante, pero la realidad en la que estaba sumida la mayoría de la población era visible en escenarios desoladores: Las posibilidades de ascenso social eran casi nulas, los sueldos bajísimos de los trabajadores apenas les permitían subsistir, las viviendas miserables los exponían a riesgos de salud, sólo una minoría tenían tierras propias y existían pocos lugares de cultura y esparcimiento para toda la población. 

Como parte de la sociedad desigual de ese entonces, en la que vivían muy diferente los que tenían todo con respecto a los que no poseían nada, se encontraba, además, una creciente clase media conformada por rancheros, pequeños propietarios, comerciantes, profesionistas, burócratas, etcétera. 

A su vez, entre estos grupos, estaban quienes se sentían conformes con la forma de la sociedad, pero también había otros que advertían las injusticias y los abusos del gobierno y que creían que las condiciones de vida del país debían cambiar. Y, sobre todo, pensaban que Porfirio Díaz debía dejar el poder en manos de una nueva generación; por supuesto, una más joven a la que él pertenecía. 

Ya era el momento de escuchar que hubo quien no estaba de acuerdo con la forma en que trabajaban los campesinos y obreros, esa tarea también la llevó a cabo la prensa liberal que denunció la forma impositiva de gobernar. Y por eso, por publicar críticas contra el gobierno de Díaz, muchos periodistas llegaron a ser encarcelados y reprimidos. La falta de libertad de expresión es otra de las características de este periodo. 

La Revolución Mexicana ocurrió por diversas causas, como el descontento social y político que se fueron acentuando en el transcurso de las tres décadas en que gobernó Porfirio Díaz. Las últimas elecciones presidenciales en las que participó Díaz se llevaron a cabo en 1910, en condiciones muy distintas a las anteriores, pues dos años antes, las declaraciones que Díaz había hecho al periodista norteamericano James Creelman, sobre estar dispuesto a dejar la presidencia en 1910 y señalar que el pueblo de México estaba preparado para elegir a sus gobernantes de forma pacífica, detonaron una animada participación política. 

Ante las declaraciones de Díaz, se crearon nuevos clubes políticos. Uno de estos contó con la participación del hacendado coahuilense Francisco I. Madero, quien fue designado por la Convención Nacional Antirreeleccionista, como candidato presidencial. En 1909, a pesar de las declaraciones de Porfirio Díaz y su avanzada edad, la Convención Reeleccionista lo postuló como candidato a la presidencia de la República, para el periodo 1910 – 1916. 

Las propuestas de Madero hicieron eco en gran parte de la población, ya que planteaban un cambio político y en parte, social. Siendo consciente de la popularidad de Francisco I. Madero, Porfirio Díaz lo mandó encarcelar durante las elecciones y así él fue declarado ganador, electo por novena ocasión como presidente junto a Ramón Corral como su vicepresidente para el sexenio 1910-1916. 

Francisco I. Madero se fugó́ de San Luis Potosí́ rumbo a Estados Unidos. Al ver canceladas todas las vías legales para terminar con la dictadura de Díaz, hizo un llamado a hacer la Revolución el 20 de noviembre de 1910, mediante el Plan de San Luis. En este documento se declararon nulas las elecciones, por lo que Madero ocupó de manera provisional la presidencia y convocó a todos los mexicanos para tomar las armas en contra del gobierno del general Porfirio Díaz. 

La revolución maderista avanzó incontenible en toda la República, fueron surgiendo importantes líderes regionales como Pascual Orozco, Francisco Villa y Emiliano Zapata. En mayo de 1911, después de la toma de Ciudad Juárez, Chihuahua, por parte de los revolucionarios, Porfirio Díaz tuvo que renunciar. Estos son otros hechos que, dada su trascendencia, no podían faltar en nuestra línea del tiempo. 

La dictadura porfirista fue derrotada en sólo seis meses, su renuncia se recibió en todo el país con enorme alegría y así se dio fin a la etapa maderista de la revolución. En noviembre de 1911, Francisco I. Madero asumió la presidencia. 

La Revolución Mexicana fue un proceso largo, que ocurrió desde los últimos años del Porfiriato y que se prolongó, incluso, después del triunfo del movimiento maderista, ya que los conflictos continuaron, surgieron varios grupos armados con intereses políticos diferentes. En febrero de 1913, el general Victoriano Huerta obligó al presidente Madero a renunciar y lo mandó asesinar, esto desencadenó de nueva cuenta otro levantamiento armado entre distintas facciones y esta lucha se prolongó durante los siguientes años. 

Para que tengas un panorama general, observa el siguiente vídeo. 

  • Revolución mexicana. Bicentenario México 2010.

 

Acabas de ver momentos e imágenes reales de los personajes de la Revolución Mexicana.

Como se verá más adelante, estos periodos son famosos por la gran cantidad y variedad de fuentes primarias que se produjeron: cientos de periódicos, miles de fotografías, corridos y hasta las primeras películas.

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