Sobrevive a la bomba atómica; su refugio es San Miguel de Allende

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Se llama Yasuaki Yamashita y sobrevivió a la bomba atómica que Estados Unidos lanzó sobre su natal Nagasaki, en Japón.

Era el 9 de agosto de 1945, minutos después de las 11 de la mañana el bombardero  B-29 lanzó Fat Man, nombre clave que utilizó el Ejército de Estados Unidos para referirse a la segunda bomba nuclear que detonó en el marco de la Segunda Guerra Mundial.

Fat Man medía 3.25 metros de largo por 1.52 de diámetro; pesaba 4,670 kilos y tuvo una fuerza de 25 kilotones. Esta bomba de implosión de plutonio causó la muerte de 40 mil personas al instante, y dejó a otras 25 mil heridas. Muchas de ellas murieron posteriormente y otras más lograron sobrevivir aunque con graves secuelas. Tal es el caso de Yasuaki Yamashita.

“Yasu”, como lo llaman sus cercanos, y su familia vivían a 2.5 kilómetros del sitio donde Fat Man fue detonado; al momento de la explosión se encontraba jugando, tenía 6 años.

“Por la radio se anunció que un avión extraño escudriñaba nuestro pueblo, mi madre escuchaba mientras preparaba la comida de mediodía; fuimos al refugio de nuestra casa, pero tras unos minutos los vidrios de las ventanas eran balas, y vino una luz como si fueran mil relámpagos al mismo tiempo, estruendo, explosión y después el silencio.

“Mi madre –prosiguió– me cubrió con su cuerpo, vi cómo mi hermana tenía vidrios en la cabeza, y al salir a la luz corrió hacia el refugio de la comunidad, aun cuando desde antes tenía una pierna amputada. No teníamos qué comer, nos dirigimos hacia el campo, pero teníamos que transitar por el centro; ahí había fantasmas, la gente que sobrevivió sólo caminaba. La palabra infierno no es suficiente, no existe la palabra adecuada…”.

Cuando era adolescente, Yamashita entró a trabajar en el Hospital de la Bomba Atómica. Ahí fue testigo de las terribles secuelas de este hecho; incluso, él mismo las padeció en su salud, pues tuvo que hacer frente a una fuerte anemia y a desmayos continuos.

En 1968 los Juegos Olímpicos le abrieron la posibilidad de viajar a México como traductor. “Yasu” no lo dudó y se embarcó hacia nuestro país. 

“En 1968 se presentó la gran oportunidad, quería ir a un lugar en donde nadie me conociera, y vine a los Juegos Olímpicos en México, como responsable de traducción de prensa de Japón. Llegué y nunca me fui”.

“Yasu” se naturalizó mexicano y vive en San Miguel Allende. Esta hermosa ciudad de Guanajuato se ha convertido en su casa.

Yamashita es ceramista y pintor, aprendió náhuatl, y se ha convertido en un incansable promotor de la paz. (Con información de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM)

 

 

 

 

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